sábado, 28 de abril de 2012

Casi desconocida


Sabes leer el pensamiento
así que te doy mi mano
para que con tus mancias   
en la estreches del tumulto de líneas mutuas
adivines
el sentir
Ahora
Inútil el saber
Caduco tu talento
La noche se ha acortado.

"Cautela"


“A far affair”
Nada tibia, repulsión claudicada, ausencia de sonidos, aunque jamás ese silencio que aun cuelga de mis oídos.
Descartando el ímpetu de recordar exhaustivamente el después, me acomodo y arreglo las palabras para mirar a ojos de la nada mientras pronuncio en orden alfabético las huestes de cautividad.
Son los labios de todas y ninguna, su lengua es una mala fumada que provoca toser, es mejor seguir hablando al vacio.
Mi mano en el hueco de la nada, brotan gemidos de ningún lugar, la disposición refiere imaginar algo, alguien silenciosa a cambio de esos jadeos inoportunos.
Sin ver nada en frente cierro los ojos, me concentro y dimito de la realidad, siempre es mejor el sueño, señuelo, anzuelo de pasiones próximas a cambio del cansancio o la idea presente, persistente y prolongada.
Abro los ojos, aun nada, ni sueño, ni realidad, nada tibia, sopa con nata, ni con hambre o coraje uno tolera ni logra tragarse esa causa indistinta.
Labor de convencimiento para con nada y dejar todo en paz, cómo se dialoga con nadie… uno se hace el dormido.
La nada vestida de olvido, desconozco su temperatura y pretensión
–Buenos días, nos vemos jamás-
Pongo cerrojo a la puerta,  rienda suelta al abandono, me duele el costado donde durmió, la nada pesa como omisión.
Duermo, espero recordar algo al despertar de nuevo, si la nada viola la puerta, la acuso con Morfeo.
Llega la luna muda, a tientas, con tinte rojo, contenta, tentadora,  a tinieblas, a rayo claro. Le abro los ojos, la invito a pasar. Uno debe andar con cautela de una mujer que agradan hasta sus silencios y hace que nada se vuelque en todo. 


G.B.A.

viernes, 27 de abril de 2012

R.I.P.


Cuando te hablo
Salgo al ruedo apurado
Lento en reflejo
Invisiblemente apartado
con tu falda ondeando
arremeto contra ti 
Pasa el primer silencio
 Se entierra en la carne
pausas la muerte súbita
para responder sin cobrarme las caricias
y en el ruedo queda el corazón
en plena calma
por fin detenido


G.B.A.

Lujo


Desde donde se comercia la indiferencia
Hay campos abandonados
Llenos
De marchitas flores de no me olvides
De ahí proviene el comentario
Para
luces
-a lo lejos-
Sordas
Nociones
De ti

G.B.A.

“Trato”


Por la forma en que fumaba, la muerte estaba cerca. Lo esperé hasta que se acomodasen él y el silencio, entré como si habitásemos la misma idea.
-Sabe por qué estoy aquí.
-Lo supongo, ya era demasiada suerte.
La lluvia y su peste a esa hierba quemada, amarga y seca con humedad incomodaban a cualquier ser vivo a la redonda. Yo también fumo, casi de esa manera.
-¿Puedo fumar?
-Claro.
La lluvia era de caminata tranquila, me asomé por la ventana, no hacía frio, cerré las gruesas cortinas. Él no dejaba de temblar hasta que se quitó el sombrero, tomó un cigarro y cambió esa imagen de perro callejero mojado con hipotermia por la del hombre encargado.
-Quedan tres cigarros.
-Eso no será problema, le van a durar toda la vida.
Puse el revólver en la mesa y le acerqué una llama. Mi mano se agitó un poco al ver lo apresurado que se aproximó por el fuego teniéndome en la mira, sopló en mis manos, con un rostro blanquecino, levemente rojos los labios,  sin despegar la mirada se echó hacia atrás aventando curvas grises que lo adornaban con la fresa en el centro de la penumbra.
-¿Tú no fumas? Un buen cigarro calma los nervios, son indispensables en la noche y en los labios de mujer.
-Ya no traigo.
-Toma uno, ni siquiera son míos, 100 milímetros más cerca de la otra vida.
Levantó una ceja mientras jugaba con el cigarro entre los dedos. Dio una buena fumada y la sacó con destreza y rapidez por la nariz dejándose ver sólo ojos entre los gris, amarillo y opaco de la luz del cuarto.   
-Prefiero mi 9 milímetros que está más cerca.
Consiguió ganarme la primera carcajada en la mirada fija, era uno de esos tipos que siempre tienen la palabra necesaria entre la boca, y lo engalanan como cigarro fino al filo del silencio o gesto premeditado.
-Un cigarro no se le niega a nadie, ni un soborno.
Me retaba, el moribundo me retaba. Le señalé con el arma la cajetilla, un vuelo de sus manos a mi cercanía, saqué un cigarro y comenzó a escucharse la piedra del encendedor una, otra y otra vez, sin resultado. Realmente quería fumarme ese desgraciado cigarro.
-Esa es mala suerte.
Me hizo reír, hasta que un trueno silenció a la ciudad, unos segundos de luz blanca en todo el cuarto. Viví la infancia por un momento con esa misma luz que te hace tirar lo que traes en las manos y buscar refugio más cercano con todos los sentidos al pendiente.
Las pisadas cercanas sobre hojas secas, el puntillo rojo bailando en el mismo lugar. Seguía fumando, mis esfuerzos fallidos no lograron ver su rostro al acabarse los milímetros ¿seguía fumando?
De tanto forzar la vista, ahora desconocía el paradero de la fresa, podía verla, realmente la veía pero sólo con una fe de moribundo.
-Eso sí que es mala educación… olvidaste sacar un cenicero.
No era su voz a mi izquierda, pero sí el “Click” del revólver a la derecha de mi cien, la luz regresó delante de mi cigarro.
Agua celeste y negra cayó en mi mejilla, rímel, acompañado de unos dedos delicados bien alumbrados, uñas granas brillosas, cinco cigarros prendidos al mismo tiempo, hasta que se encendió el mío y desaparecieron.
-¿Sabes por qué estás aquí?
Era la voz del hombre, la mujer se encontraba en las sombras esperando respuesta.
-Por una mala elección.
-¿Qué tan mala?
Quise inhalar humo para meditar la pregunta, pero una brizna y la fresa corriendo entre otras en la oscuridad me distrajeron.
-Condenable.
Regresaba ágilmente la luz roja, flotando sobre la mesa, intenté agarrar su mano pero atrapé un cenicero con carmín en el filtro.
-¿Qué le ordenaron?
-Siga al hombre del sombrero y la peste a tabaco,  gánele al cáncer… recuperará lo suyo.
-Yo soy el del sombrero, pero las fragancias tan robustas no me gustan, fumo lo normal, ella no.
-Eso no lo quita su condición de fumador.
Tiré la ceniza esperando saber más de ella en la oscuridad, poco importa la vida con un cigarro en la boca y una mujer en mente.
-Mire amigo, puedo decirle amigo ¿no?
-No lo creo, aunque gracias por el detalle.
Apagué el cigarro con la última fumada, el hilillo tibio de humo protagonizaba la charla.
-Usted está en problemas. No es bueno para estos menesteres, sino, ya estaría saldada su deuda. Le agradezco su ineptitud y que esto se tornase tan novelesco, pero yo no puedo hacer nada ya que se fumó uno de sus cigarros, a mí a duras penas me perdona, la verdad, no sé qué es lo que le sucederá a usted. Yo mientras voy a busca reponer mi falta.
-Te compré una caja antes de llegar, pero no había dorados.
Sonó amablemente la voz de la mujer de toda la oscuridad, mientras que el hombre acudía a la habitación contigua.
-Entonces no los quiero.
-Ya lo ve amigo, es tan linda como el infierno.
El hombre abrió la puerta, la luz del cuarto me permitió ver la silueta de su figura, curvas de humo que se apagaron al regresar la puerta a su antigua posición.
-¿Podrías darme mi cajetilla?
-Es que no la veo.
-Demasiada suerte de la buena y la mala eso de que se fuera la luz ¿no?
-Eso depende.
Comenzó a sonar la piedra hasta encender.
-Hey, eso no es algo muy listo nene, ya me debes 3.
Encendió la luz, sus ojos eterna neblina, grises, fijos, humo estático. Con la imagen tan fuerte que brindaba en esa tela negra justa al blanco de su carne se olvidaba el olor penetrante del cigarro.
Saqué una cajetilla llena de esos cigarros del bolsillo y comencé a bajarlos con golpes graves de alarma, el hombre regresaba del cuarto.
-Amigo, usted es un mentiroso suertudo, pero no lo voy a esperar todos esos cigarros. Pudo irse con unos billetes pero ahora se quedara con una en la cabeza… quiere escuchar algo curioso, en realidad ella no mata, sino que mueres o matas por ella.
Sacó un arma de su abrigo, tomé el revólver que seguía en la mesa.
-Lo sé.
Bang.
-Siempre te los buscas iguales.
-Me gustó la forma en que fumaba.
-Sólo fue un maldito cigarro ¿Ya me perdonas?
-Sí…

G.B.A.

“La muerte del estado sólido”


“Hay una distancia y movimiento inmensurables rumbo a la
Nada si no se supone a Dios en la rotunda ecuación.”
I
Arturo, excelente físico teórico, era bien reconocido por la crema y nata de varias cantinas con promociones asintóticas en su acabose del sur de la ciudad de México, en cambio era rara vez mencionado  por la sociedad de Física, si acaso por ser la equiparación de Feyman restándole la genialidad y únicamente dejando su calidad de alcohólico ocioso. Arturo testificaba que esa sociedad de física era inexistente, no porque fuese una conspiración paranoica o una elite secreta de intelectuales -En este pinche país que va a andar existiendo eso de sociedad y eso de Física- esas sus palabras para cualquier ofensa llegada a saber y vociferada en la tertulia en turno que tras su afirmación el fenómeno Doppler se hacía lugar locales y casas a la redonda del epicentro etílico.
Doctor en rayuela, billar y carambola cuando llevaba menos de 3.333333333 tragos invitaba las respectivas bebidas con esa beca auspiciada por los novatos, ineptos, ausentes a clases de física y de más borrachines necios; afirmaba que esos eran los juegos preferidos de un tal Euclides amigo suyo. Soportaba bien varios licores nombrándolos aditivos a cada uno de los grados de la alteración de conciencia, al momento de la charla cuántica, era pronta la ocasión en la cual saltaba de tema en tema sorprendiendo a los asistentes del curso siempre y cuando no se le moviera el piso referencial privilegiado y se dispusiera a maldecir a Newton -Ese cabrón no inventó la gravedad pero le puso nombre, ahora se chinga- .
Cuando era rebasada la barrera de “< 7” whiskys se refugiaba a la mesa lejana para no alterar tan gacho el sistema y  ver el entorno que describía en formulas, rayones imposibles de interpretar a la mañana siguiente. Fue en uno de sus experimentos controlados cuando alcance a advertir que no había un plano cartesiano, ni formulas, ni números, había palabras y el nombre de una mujer.
-Ya he calculado la probabilidad de que regrese conmigo-
-¿Es mala?-
- Es de -0.66666666583345568955666666-
-Pues algo es algo-
-Es una probabilidad negativa, lo que indica que dicho fenómeno jamás tendrá lugar, a menos que tomemos en cuenta el multiverso-
La hora del multiverso era la peor de todos los multiversos, comenzaba a pedir un fotón para llegar a casa más rápido, o que en alguna de sus caídas había provocado un terremoto en Taiwán. Una de sus peores desvaríos fue correr por el bar al parecer sucio de tiempo.
Se dio la singularidad fenoménica por lo que no sabía lo qué acaecería, levantó la cabeza, se percato de los puntos de atracción masculina y fijó las coordenadas de las mujeres en el bar, tambaleándose vectorialmente colisionaba mientras vociferaba –Arquímedes decía: “Denme un punto de apoyo y moveré el universo”, “A mí denme más whiskey y se me moverá el universo”-
Yo próximo a él como antipartícula me cercioré de que no figuraran proyectiles en su trayectoria, un movimiento brusco y tomó lugar en la barra pidiendo un trago más.
-A esta cosa hay que aplicarle el giro copernicano para que no sepa a caldo-
Revolvía con el dedo el coctel que llevaba por nombre teoría de la relatividad especial, apelado así por el mismo, tenía otros más como antimateria, cuark extraño y viaje arriba de un taquión por la vía láctea, sus ingredientes me eran desconocidos y éste último coctel me parecía atemorizante.
- Tómate uno conmigo-
Terminando de beber el líquido de apariencia radioactiva todo me comenzó a parecerme relativo, ahora estaba develado el porqué de su nombre.
Se puso a hacer una supuesta integral para conocer el verdadero precio de la cuenta, pagué ante su escases económica cuando él asistió al baño hablando algo de econofísica. Esperándolo me percaté de una mujer que siendo atractiva no era custodiada por los hombres, tomó el último pedazo de la etiqueta de la cerveza para formar lo que parecía un triangulo de bolitas de papel.
Arturo surgió ex nilo debajo de la mesa, rompió un cacho de servilleta y finalizo el triangulo, charló con ella y  lo esperé hasta que pidió las llaves de mi casa.
 -Esto es contra natura, es ingeniera y no es fea, bueno, pero los ingenieros son los chachos de la ciencia claro está. Me parece maravilloso meter un saco de semillas a una caja y que salgan palomitas pero reducir todo el conocimiento científico a eso es una chingadera, no obstante  esa alegoría pitagórica conmueve hasta un matemático puro porque…-
Se fue hablando hasta llegar a la puerta, le gritó “Eureka” y se fueron, yo me quedé haciendo tiempo para dejar a Arturo con sus prácticas de campo.
Llegué a casa ya desayunado imaginando que había pasado salido el sol desde hace 4 minutos antes de que lo viese salir, escuché gritos al introducir la llave de repuesto. Un portazo y dos locos corriendo hacia las escaleras aventando cosas y teoremas me sorprendieron, los vi marchar de la mano desde mis ventanas rayadas, las paredes tampoco se salvaron de ser pizarras hipotéticas.
Abril se cambio en junio junto con Arturo a mí departamento, se volvieron mis inquilinos y caseros ya que yo me cambié al departamento de Arturo que por su posición cercana a mí trabajo me permitía descansar por más tiempo además de que mi departamento con mayor espacio y número de ventanas posibilitaba que pudieran explayarse a sus anchas, largas, profundas y temporales ganas.
Ante esa eclíptica asimilación para cualquier astrofísico no había solución alguna ya que se carecía del problema exceptuando una que otra discusión en materia del aseo del lugar. Papeles tirados como un otoño matemático, rayones sobre rayones que se iban despidiendo con limpia vidrios, a excepción de una aberración matemática que expresaba  1+1= 1 que desquiciaba y enamoraba a Abril y los meses precedentes de Arturo.
Me llenaba de alegría visitarlos percatándome de que la tensión superficial era una ley que se le podía aplicar a los líquidos y a la gente, ya que al ver sus aspiraciones me conmovía su pretensión ante el mundo, querer conocerlo y querer conocerse ya que no se encontraban exentos de ese mundo en el cual descubrieron la teoría y praxis del campo unificado.
Uno determinista y otro relativista dependiendo de la acción cuando surgían sugerentemente, urgentes los reproches cariñosos en su lenguaje privado.
-Nuestros átomos nunca se tocan, nunca nos tocamos.
-Pero siempre nos atraemos y no me refiero sólo a la masa.
-Siendo así me largo con el astro más cercano, enorme y seductor.
-Hay una fuerza, que no es ficticia y te impide salir tangencialmente hacia cualquier otro cuerpo que no sea el mío.
-Yo también te amo.
Yo presente con tales frases no puede más que sonreír y después volver a consultar mis apuntes del bachillerato e internet.
Lo extrañaba cuando veía hacer berrinches a los borrachines o cuando caían al suelo por el mugroso Newton. En ese mismo bar conocí a una mujer que después les fue presentada para su meticuloso análisis.
Nunca les cayó bien, decían que era poca cosa para mí, se alegraron cuando pronuncié estas palabras.
-Me siento vectorialmente dirigido hacia la tristeza sin embargo hay un campo magnético de desconocida naturaleza que me impide sentirme así, me siento hueco, con un agujero negro en el corazón.
Arturo me dio una cerveza Abril me regaló un cigarro. Después el amigo Físico pronunció algo que jamás olvidaré.
-Los que trabajan en teoría de cuerdas son unas riatas.
Todos comenzamos a reír.
-Sabías que no es lo mismo un agujero de gusano que un gusano en tu agujero.
Era uno de ellos, se entristecían con mi tristeza y se regocijaban conmigo de igual manera, entre Abril y yo sentía una relación amistosa reparando en la hermandad, Arturo y yo pronto seríamos colegas, gracias a él decidí estudiar Física.
La tertulia constante era pesada y eso que no tenía masa, tenía que trabajar, estudiar mientras resolvía los acertijos que Arturo y Abril me dejaban constantemente.
Un día llegué con una mujer que ostentaba un nombre que jamás olvidare, Alberta. Arturo y Abril me dijeron que era un determinista de closet y buscaba en todo la impronta de Einstein, que si sabía bien de los chismes entre físicos me buscaría a una tal “Poincaré” francesa. Yo sólo pude responder que todos éramos de igual manera deterministas de closet al querer saber cómo es que piensa el viejo.
Dejé de frecuentarla a pesar de que me caía bien, no podía mantenerme tranquilo ante tal ejemplo que me brindaban la ingeniera y el físico, no era cuestión de conversación de fórmulas, trato docto y curioso, sino, realmente estaban juntos todo el tiempo, uno en la mente del otro.
II
Descubrimos el cáncer en Abril, no supimos que hacer al respecto. Yo calculando probabilidades, maldiciendo al doctor. Abril no podía pensar, Arturo paciente, tal vez demasiado para el momento.
-¡Ese puto doctor no es humano!
 Sí señor, hay un crecimiento anormal en este grupo de células, usted tiene cáncer, no es que quisiera un mentado”Me apena mucho su caso” eso ni los psicólogos que están en el inframundo de las ciencias se atreverían a decirlo, sabe que no le apena mucho, sabe que sólo dijo la verdad y ese es su trabajo. Qué porquería de trabajo el dejar la verdad desprovista de sentido, abyecta como dato suelto que no sirve de nada.
Abril abrazaba a Arturo en silencio, ese mes fue demasiado silencioso, a pesar de mis esfuerzos nos alejamos un tanto cada quien sufriendo relativamente, no, repito, determinadamente.
Abril estuvo buscando respuestas por todos lados, tanto así que fue invitada a dar una conferencia con biólogos y doctores en fechas futuras con lo referente al cáncer. Arturo jugaba Go solitario en la casa, parecía estar más preocupado por Abril que por él mismo, yo lo visitaba, pero en cuanto llegaba Abril no podía sentirme a gusto quitándoles el tiempo en apariencia contado.
Necesitaba hablar con Abril, rara vez la encontraba en casa y Arturo, se la pasaba recostado todo el día si es que no llegaba yo a dejarle uno que otro acertijo que ya comenzaba a tardar en resolver.
Cuando llegaba a ver a Abril me hacía hincapié en que lo alteraba para su condición, que dejara de exponerlo a más estrés. Comencé a dejar de frecuentar a Arturo y fui a ver a Abril el día de su ponencia, en el camino noté que había ocurrido un accidente por mi ex casa por lo que no me sorprendió que llegase tarde o no asistiera.
De cualquier manera esa noche llamé a Abril sin resultados, temí por Arturo, así que hablé a casa para saber cómo se encontraban. Nadie contesto, de inmediato pregunté por Arturo en el hospital y nadie me dio razón de su paradero, a no ser que fuese uno de los visitantes.
Hablé de nuevo a casa, hice una última llamada cuando subía las escaleras, llamé a la puerta que tampoco consiguió respuesta. Fui de cualquier manera al hospital hablando al celular de Abril ya que Arturo decía que no tendría uno ya que nada era tan urgente, ni un Nobel. Busqué por todos lados hasta llegar a la capilla donde me había mencionado que estaba el visitante.
-Hay una ruptura en el tejido espaciotemporal.
Arturo con los labios tan apretados que hubiese sido imposible realizar sonido alguno, estaba resolviendo un problema de colisiones, no era una colisión no elástica u otra cosa de mayor  dificultad, casi sentido común.
Objeto A es colisionado por objeto B por lo que el objeto B de mayor masa y peso ejerce una fuerza proporcional correspondiente a su peso y la velocidad a la que viajaba sobre el objeto A que absorbe el impacto.
 -Lo entiendo, pero no puedo resolverlo. No, no lo entiendo.
-Objeto A es expulsado por la fuerza resultante de la colisión.
-Objeto A no es un objeto, es un sujeto, es Abril, fue Abril. La materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma, lo único que vemos son cambios de fase y el tiempo es una ilusión, pura mierda...
Abril fue atropellada camino a la ponencia, muerte cerebral de facto, no sé qué es lo que dijo el doctor. Arturo y yo no queríamos desconectarla pero un infarto decidió por nosotros.
Cuidé a Arturo que murió poco después, no borré de casa el 1+1=1. Todo tiende al desorden de forma natural pasado el tiempo, esa anti naturalidad que guardaban, ese orden en la conciencia y en su pasión, supongo es atemporal, eterno en la mente de Dios.

G.B.A.

Hechos paz


Ven
Recurre a mi ausencia
Hagamos las paces
Que parezca otra cosa
Estrecha
Viviente
Bien amarrada
Sujeta
Predicable
Mirada fija
Al botón que no abrió
-Cierre que falleció-
Agrio fruto
Entre tus piernas
Todas la prendas en el viento

G.B.A.